Efectos y riesgos de la mal llamada cocana rosa
La llaman cocaína rosa, pero lo único cierto de su nombre es el color. En realidad, es una droga de síntesis que pertenece a la familia de las fenetilaminas psicodélicas y tiene un nombre mucho menos atractivo para los consumidores habituales de cocaína y otras sustancias psicoestimulantes: 4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina. También se conoce como 2C-B, tusi, tucibí o nexus, entre otras muchas denominaciones. “Es una sustancia potentemente psicoactiva y que además tiene un cierto componente psicodélico o semialucinógeno similar al que puede tener el LSD”, explica Luis Felipe Callado, profesor de Farmacología de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU).
Respecto al color rosa, el experto señala que es una “consecuencia de los productos que se utilizan en su síntesis”. El tono rosado también puede ser una estrategia de márketing de esta sustancia que, al igual que la cocaína, generalmente se toma de forma inhalada (se esnifa). Ambos estupefacientes comparten ciertos efectos, pero los expertos recalcan que son muy distintos. En ocasiones también se distribuye en pastillas.
La cocaína rosa es un buen ejemplo de lo que a menudo (por no decir casi siempre) sucede con las drogas que se venden en el mercado negro: quienes la adquieren nunca pueden saber con seguridad qué es lo que están consumiendo, ya que la adulteración y la contaminación de estas sustancias están a la orden del día. Este hecho, unido a la imposibilidad de conocer las dosis exactas que se ingieren -la concentración o pureza es muy variable-, a la vulnerabilidad de cada persona y a los riesgos intrínsecos de estos compuestos, hace que el peligro de su consumo se dispare. Además, por regla general se toma junto con alcohol y otras sustancias, lo que potencia tanto sus efectos deseados como sus riesgos.
No se trata de una droga nueva, pero en muchas ocasiones se alude a su novedad porque se pone de moda de forma periódica. Ahora parece que vuelve a resurgir, ya que en los últimos meses se han incautado alijos importantes.
Efectos que buscan los consumidores
Benjamín Climent, representante de de la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y otras Toxicomanías (Socidrogalcohol) en el Sistema Español de Alerta Temprana (SEAT) de nuevas drogas, indica que las sustancias del tipo de la cocaína rosa “se utilizan con fines recreativos en busca de efectos psicoestimulantes”. Euforia, excitación, disminución de la sensación de cansancio y del sueño, menos apetito, aumento de la capacidad de atención… son los principales efectos que esperan encontrar los consumidores.
Los efectos pueden variar en función de la dosis que se ingiera. Callado precisa que tiene “un potente efecto estimulante, similar al de la cocaína o el éxtasis” en términos generales, mientras que el efecto psicodélico parecido al del LSD -con alteraciones de la percepción y alucinaciones- tiende a manifestarse con dosis más altas.
Se suele consumir en fiestas y discotecas y los usuarios tienen una media de edad no muy joven (de 35 años en adelante) porque el 2C-B o cocaína rosa no es una droga barata. Se ha llegado, incluso, a calificarlo como el estupefaciente de la alta sociedad. “Muchas personas lo prueban porque son ya usuarios habituales de cocaína”, refleja Climent. “Y casi siempre está asociado al consumo de alcohol”.
Efectos no deseados de la cocaína rosa
La creencia de que los efectos de las drogas dependen únicamente de la cantidad que se consuma está muy extendida. Aunque es cierto que la dosis tiene un gran peso, Climent matiza que “no es una cuestión de sobredosis, sino de idiosincrasia”. Cinco personas pueden estar consumiendo la misma sustancia y puede suceder que solo una de ellas tenga una reacción adversa grave. “Yo he visto a gente morir por haber consumido una droga una sola vez”, subraya. “Es algo que no se acaba de entender”.
Respecto a los efectos adversos y peligros que representa el consumo de 2C-B o cocaína rosa, los expertos indican que suelen ser de tipo cardiovascular y neurológico. Cabe destacar los siguientes síntomas y manifestaciones:
En los casos más graves se puede producir lo que se conoce como síndrome toxicológico simpaticomimético, que se traduce en, entre otras posibilidades, crisis convulsivas y enfermedades coronarias (como angina de pecho o infarto de miocardio). También puede causar ictus y episodios psicóticos.
Finalmente, hay otras complicaciones que se presentan con menor frecuencia, pero que son extremadamente graves, como la hipertermia maligna o el fallo multiorgánico, que desemboca inexorablemente en el fallecimiento del afectado.
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